Oda a un wey...

Finalmente se debela ante tus ojos la estupida realidad de lo que eres, lo que quieres ser y de lo que jamás llegaras a ser. Cada madrugada, cuando el show acaba, solo estas tú, contigo. No hay mas, el tipo que se levanto en la mañana, el que bromeo en el trabajo al la hora del brownch. El tipo que estuvo inmerso en discusiones, el que al terminar la jornada se fue en miércoles de antro, con los amigos, el que coqueteo con tres niñas fresas que sabe jamás representaran nada en su vida o en su historia. Ese personaje, después de la eufórica transición de Hombre a payaso, termina haciéndose la misma pregunta. Que demonios soy? Hacia donde transitan sus días?, por que finalmente hace lo que puede y no lo que quiere o debe. Sabemos exactamente lo que debemos hacer, con quien debemos estar, sin embragó no lo hacemos, pareciera que es una lucha constante por hacer de la vida un caos, para así sentirla un poco interesante. El nudo, ese al que mejor lo dejas como esta, por que si le mueves solo será para hacerlo mas ciego, si, ese es tu caso, hombre mitad bestia mitad payaso siniestro. Te sientes mal no? No te apures, si tu constante neurosis con tintes depresivos te permite conciliar las próximas 3 horas de sueno, estarás salvado por que mañana será otro sol y otra luna para continuar con el show, ese show en el que finalmente debes hacerte a la idea y mas que nada tratar de que la gente piense que te encanta. Otro día sin ser lo que quieres y sin lo que quieres. Finalmente no será, por que no esta en tus manos ya, el tren esta encarrilado, tu lo empujaste y ahora no tienes ni el valor, ni lo huevos, ni la cara para detenerlo, por que antes estas tu y la persona que pretendes ser. Así en medio de la noche, con la televisión apagada, fumando y en calzones, descubres que finalmente ese eres tú. Un idiota, con el orgullo del tamaño de tu pene imaginario, el Rey Midas de la Mierda.