Mando a distancia...

Tenía claro que yo debia acatar icsofacto todo aquello que decia, y yo como solo bebía y en aquel entonces duraba hasta los seis dias de la semana aliviando la resaca, asumí que de algun modo así debía ser, ella eras una dama que ordenaba y yo un simple peón que obedecía.

Mi escala de valores estaba muy devaluada así que embriagado en el perfume caro de su sexo fino, me sentí saliendo de aquel mundo del que aun no estaba harto , sin embargo, inocentemente pensé que había futuro, muy pronto mi foto estaría en la sala de su casa, sonriendo con el perro y su sobrino en la carne asada dominical a lado de su padre. Oh! El pobre iluso de mí.

Recuerdo que fría, sabiendose dueña de la jugada, y con mi voluntad firmada a su nombre en un papel en blanco, podía hacer lo que quisiera. Podía hacer lo que quería mientras yo, solo hacía lo que se me asignaba, ordenaba o se me permitía.

Nunca me sentí tan pequeño, pero a la vez yo era muy feliz, estupidamente, pero feliz, de algun modo. Y es que era lo que quería en ese momento, tal vez no era lo que nececitaba, pero siempre he tenido lo que quiero.

Me acuerdo que coqueteaba con otros para que yo enojase, y les dijera no se qué demonios, cualquier cosa que se le ocurriera a su cabeza que tendría que decir un sancho celoso, como yo.

Me imagino que quería que les dijera a los otros nerds con los que coqueteaba lo que finalmente su novio no era capaz de decirme a mí, o que yo me agarrara a trompadas con aquellos idiotas, de la forma en que su novio no lo hacía.

Nunca he sido celoso.

Así que decidí que era tiempo de cambiar de aires y solo dejé que se fuera esa noche, despues chilló desde afuera del bar, esperando a que fuera a convencerle de no irse yo solo te dije adios con la mano. Era el tiempo de divertir a alguien más.

Fue divertido...