Son lo tiempos en que todo está revuelto, de pronto todo cambia con una facilidad y rapidez, tan constante que el cambio resulta obsoleto al mismo instante de haber cambiado. Los perros no recuerdan a su dueño y lo muerden embriagados de obscuridad. Las calles se acostumbran a su color rojo y la gente no sabe a ciencia cierta que lo es.
Dentro de todo este ruido, no me queda más que recordar que tengo un blog y debo actualizarlo, por lo menos aquí soy antibalas, antiasaltos, antinarcomensajeable, antisecuestrable, y lo mejor, la gente aplaude mi estatus de parásito, si estoy ebrio mis letras son mejores, la resaca y el desamor tiñen de un amargo dulce que encanta, mis miles de improperios causan gracia en algunos y puedo mentir tanto, que luego todo parece estar bien.
Después de todo fingir es gratis.