martes, julio 17, 2007

A la de nombre de pájaro…

El viernes los azares del antro rojo te trajeron de nuevo,
solo ahí sería posible encontrarte,
solo ahí somos príncipes y las princesas muertas reviven.
Bizarro, o no, estabas ahí, parada y no evite la sonrisa.

Los recuerdos llegaron acá, la Allende que nos puso,
los amigos que decían que eras una cualquiera,
los burritos bañados, de barbacoa con todo,
los cigarros mentolados y mis primeros polvos.

De tu piel café que sudaba el calor de la ruta 8a,
cómplice de nuestras caricias escandalosas e inmorales,
y todo eso que a un pibe de 15 se le suele hacer fácil.
Tan fácil como te fuiste dejando mi espera en el monumento.

Intermitente, como siempre, mujer de vez en cuando,
regresaste cuando el juego había acabado,
tu marido y mi novia nos dejaron en segundo plano,
y el adiós, así, sin avisar, con la promesa de la llamada en miércoles.

Quería decirte lo mucho que te recuerdo,
que sonrío cuando recuerdo aquella vez, maestra,
y que tire tu foto en una borrachera adolescente…
Que la madurez no me ha alcanzado.

Temí que ya no fueras especial,
me quede con la mística de tu recuerdo,
solo te deje ir de nuevo, no me acerqué.
Un beso, un polvo de madrugada… Eso lo tengo con cualquiera.

Los tuyos fueron mi despertar… Que así siga siendo.

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