No espero aquella llamada que me podía dar el lujo de no contestar,
seguida de otras 35 que tampoco contestaba.
Hoy trabajaba y no esperaba que a las 17:30 arribaras
y me atosigaras con tu insistencia.
Ni siquiera espero que aceches mis cuentas de correo
ni mi blog, no creo que esto lo leas,
ni que a media noche vengas y toques mi puerta
y me hagas el amor sin preguntar mi opinión.
No creo tener la oportunidad volver a ver tus pucheros,
preguntando que sí dónde quedó el amor,
ni de sentir tus celos psicópatas,
ni que te importe si me acuesto con otras.
No espero que tus fuerzas enteras se dispongan,
como siempre, a tratar de rescatar este amor,
al que tu le apostabas doble o nada.
No habrá ni negrita, ni fiesta en la cocina,
ni sonara nuestro rock and rol.
Tragaré de mi soberbia con la cuchara más chica,
y caminaré por ahí diciendo que alguna vez fui amado
como nunca lo había sido, ni sentido, ni visto,
por una loca que le apostó al peor de los caballos,
al que rengueaba, el que no traía nada.
Y me reiré de que esta vez me pusieron en mi lugar,
de que recibí mi merecido, y que lo perdí todo,
y me emborracharé y seguiré como antes, desmejorado,
pero regresaré a donde las botellas llenas y los cuerpos vacíos,
Y nada de llorar, regresará el gesto la peste y la eterna resaca.
Y en cada cerveza se brindará en tu nombre.
en cada polvo cobarde me estremeceré en tu memoria.
Y seguirás siendo mi vida, mi pena,
el amor que duele, el que jamás se olvida.
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