De gigantes y salmones industriales...

Hay cosas que se presentan y me dejan pendejo, pensando y tratando de decifrar qué es lo aplastante y atrayente. Alguna vez fue ciudad Juárez y su denso aire con olor a gabacho y cholo viejo, otras veces quedé rumiando la estampa de alguna mujer fatal. El salir de un túnel para ver de frente la hinchada de PUMAS en Ciudad Universitaria y sus cantos. Ver a mi hijo salir del útero de su madre.

Hoy estoy acá, en esta ciudad que es una oda al capitalismo, la fuerza industrial copa cada rincón como el insoportable calor que impera, y me hace pensar que detrás de cada estatua y monumento, cada museo y cada cerveza que he tomado desde que llegué acá, hay millones de obreros explotados a lo largo de la historia y hoy se les recuerda, solo por que la fundidora hoy sirve de montaña rusa para los turistas.

Sin embargo, desde que llegué hay un gigante que no puedo dejar de mirar, y lo razono así, es quizás el único emblema regio que no tiene un solo tornillo ni ha sido industrializado, el imponente cerro de la silla. Es simplemente enorme, da miedo, y no hay perspectiva desde la cual sea posible perderlo de vista. Puedo decir que el pinche cerro ese, me tiene pendejo desde que llegué.

Mañana voy al encuentro con otro monstruo, el Salmón Calamaro, quien representa la mas grande influencia musical de mi vida, aun y cuando tengo relativamente poco de conocer he llego a compenetrarme a tal grado de que sus letras fáciles coinciden casi siempre como un soundtrack de mi vida.

Buen trip por Monterrey, la gente del norte tenemos eso, nos comprendemos y sabemos que no somos tan culeros, simplemente somos recios por el clima.