A mis ojos venían los suyos llorando, furiosos, pero aun con esa esperanza con que me miraron siempre, y a mis oídos su voz con sonido de trompeta apocalíptica, diciendo que está era la ultima vez que llenaba la maleta, que era aun tiempo de pedir perdón.
Y un repentino pánico se apoderó de mis manos.
He de admitir que desde ese día no sé bien a donde voy, pero también sé que sabré exactamente cuando halla llegado.
2 comentarios:
pero que triste...pero todo como lo que ud escribe,bello..sobervio
AAAhh ese Yo falso se apodera de ti de ves en cuando!!!
POR QUE NO SUBES ALGO DE INFLUENZA ?? AJAJAJAJAJ
te amo cuando no te acuerdes a donde vas preguntame aun recuerdo el camino que me dijiste alguna vez que querias recorrer
MORROCOTUDO!!!
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