Tengo muy pocos, pero sin miedo te digo que eres el mejor de los peores, el más bizarro, el único que tiene ese poder de hacerme reír tanto que me hace encabronar. A quién mas si no a ti debo esta afición por el sarcasmo y el humor negro, esta extraña filia por el lado del caos.
Neurótico de siete suelas, ególatra y narciso, algunas veces escatológico. ¿Sabes?, te odias, pero te admiras demasiado, de algún modo te las has arreglado para que todo te quede de modo para ser el mas visto, ser la figura y jamás el fondo. No te critico, señalizo y te digo hermano, que sé que hoy las cosas no están tan bien, comprendo el que no comprendas, así somos los sociopatas, nos descontrolamos cuando no tenemos el control.
Como una forma de respeto, cuidaremos la identidad del reconocido burocrata (y por miedo a represalias de parte del gober pechocho)
Alguna vez yo lo perdí, y quizás aun no lo encuentro, pero no se me olvida cuando hablaste de sobriedad en mis momentos más terribles, yo si contuve las lagrimas.
Pero me quedo con los buenos momentos en Ibiza sacando a bailar cholas, con las veces que con tequila y Joaquín Sabina veíamos salir el sol, con los escupitajos en el open, con la explotación capitalista en el walmart y el jefe que siempre nos veía fumando y tirando la weba, ( ¿Qué paso mi merry? Échale una mano al flaco a mover las tarimas), del “vos sabes”, cuando me quisiste vender un pinche engomado de sociología que era regalado, y de las interminables platicas a cerca de la difícil técnica de no manchar la taza del baño con la rabadilla. Demonios, solo contigo me han sacado del open.
Tus criticas a San Bordieu y tu extraña hermenéutica de la irreverencia a lo reverenciado.
Sé que a veces estoy lejano, y no es culpa tuya, es que estoy enterrando pasado y tú has estado ahí siempre, ya vendrán los días en que no solo nos toque cerrar ciclos, pareciera que namas en los divorcios, de los cuales ya, ya llevamos algunos... Jaja.
Atte. Tu peor psicoanalista y amigo... Te quiero.