El deber y el ser...

Se debe estar como si no se quisiera,

de vez en cuando tomar dos, cuatro, diez, veinte cervezas en lunes,

salirse a las calles de cualquier ciudad violenta,

a los bares rojos, donde los borrachos salen expulsados por las puertas,

con el ocico roto, las ropas rotas y nada de dinero.

Se debe, a veces, conseguir las caricias de una prostituta gorda y vieja,

disputarla, a golpes, si precisa la situación, con algún padrote de la localidad.

Buscar algún pleito inganable e insultar unos cuantos policías

mientras se es sometido y esposado.

Se debe, preponderantemente, menesterosamente,

beber cuanto wiski barato sea necesario, enrolarse con alguna guapa de bar,

y despertar tirado en algún parque aledaño a la zona centro de alguna ciudad alejada de Dios,

con la fe de que no es necesario verificar si la cartera y el dinero siguen allí.

Después, elija una religión,

construya un hogar, compre un perro,

consiga una esposa, hagale el amor cada viernes,

y consiga dormir un poco.